Mi madre habita los espacios
los habita todos.
Comprende
sin teorías
y se infla como un globo
cuando no me dejan ser.
Me cuida
de sus miedos y de los míos.
Sabe de lo que soy capaz
aún cuando todos los demás
han bajado ya, los brazos.
- no comprenden
el camino lateral
que voy tomando -.
Mamá me quiere feliz
y nada más.
Se deshizo tantas veces
de sus egos
para acompañarme
en la travesía de vivir.
Se calló y gritó
todo lo que pudo.
Mamita lo es todo:
su regazo,
y su perfume a flores
y frutas.
Es mi maestra
de mamá:
Ha tejido a lo largo de los años,
una capa larga de hilos invisibles,
sin herramientas,
más que las de su propio amor.
Madre:
Hoy con este poema
soy yo la que quiero
acunarte,
la que quiere mecerte
para que puedas llorar como
hija.
Me lo ha dicho mi abuela
en sueños:
que te hace falta.
La primera vez
que hube de cuidarte,
tuve miedo.
No sabía
que los hijos podían
velar de ese modo por sus padres.
Es que era y soy
tremendamente hija.
Mamá:
puedo acunarte
y llevarte flores de mi jardín.
Regalarte ahora yo,
amparos,
cuando no te dejan ser.
Inflarme.
Puedo darte mis manos
de miel
para que descansen
tus huesos
agobiados.
Sólo espero que lo pidas
porque a veces,
olvido que puedo cuidar-te.
Me deleita que
te gusten las cerezas
y las tortas sabrosas
y las frutas
de todos los colores,
y que comas
las cáscaras
como un conejito.
Pues no me entusiasman
las mujeres maravilla.
Me ilusiona
ver cómo haces arte
con los maquillajes
y cómo defiendes
tus uñas de loba.
Aprendo que se puede
conservar el estilo.
Mujer de paciencia
generosa.
En extremo, dedicada
a sus amores.
Hoy vengo a darte
descanso
en los brazos
de nuestras ancestras.
Recuéstate
sobre los de la abuela Josefa
y los de mamá Ñata.
Ellas me cantaron
tu nombre
y me dijeron
cuánto te aman.
Descansa
sobre mis brazos
que juntas, entonaremos
una canción de cuna
para ahuyentar
los males:
dolores de panza
y monstruos concretos.
Mujer, hoy
puedes
dejar de ser toda mamá
Y ser HIJA.
Soplemos todas
juntas sobre tu útero,
presente,
aliento salvaje.
Reguemos
con bocanadas de
fuego
y agua.
Que se incendie
tu alma de hembra
y sucumbas
a la mujer-sabia
a la que ya, has tomado
de las manos.
Hoy, te acunamos
todas
para que llores
y limpies.
Para que respires
profundo
y sueltes carcajadas.
Te visitarán las diosas
y reiremos y cantaremos
¡Todas!
Ivana Gisela Álvarez