Vivimos aún en una cultura patriarcal donde la ruptura con la naturaleza femenina se encarna sobre todo en la ruptura de la relación madre-hija.
Algunas de nosotras hemos crecido cuestionadas, desvalorizadas, temidas o hasta ignoradas por nuestras madres.
Más allá de su amor o de su entrega, nos hemos sentido solas y sin una figura materna que nos acompañe en el descubrimiento de nuestras vivencias femeninas.
Nos ha costado mucho tiempo entender que ellas, aún más que nosotras, han sido víctimas de un mundo patriarcal que les impedía crecer o expresarse.
Nos ha dolido comprender que ellas, también fueron alejadas de lo femenino instintivo, de sus recursos sanadores, de sus cualidades nutricias y contenedoras.
Poco a poco, nos hemos dado cuenta que ellas también carecieron de una madre que las guiara y las alentara en su búsqueda. Que se vieron separadas de la sabiduría de sus intuiciones más profundas y fueron víctimas de un mundo donde las cualidades positivas de lo femenino estaban y están ausentes.
Por ello, hoy quiero invitarte a sanar el vínculo con tu madre, a curar la herida que te separa de ella y de tu Madre interior, a sanar tus lazos con lo femenino materno.
Una vez más las palabras pueden cumplir su misión transformadora:
Piensa en tu madre.
Conéctate con ella.
Vuelve a nacer de su útero.
Déjate mecer por su tibieza.
Siéntela mujer-hermana-compañera.
Ve su mirada de niña asustada, su rebelión frustrada, su postergación, su sometimiento a una vida dibujada por otros.
Percibe sus deseos acallados, su llanto escondido, su silencio.
Escúchala, entiéndela, recupera su ternura, intégrala a ti misma.
Puedes nombrarla, abrazarla y comprenderla dentro de ti.
Y entonces escribe.
Escribe cinco palabras (o más) que la nombren y curen esa vieja herida.
Conéctate con ella.
Vuelve a nacer de su útero.
Déjate mecer por su tibieza.
Siéntela mujer-hermana-compañera.
Ve su mirada de niña asustada, su rebelión frustrada, su postergación, su sometimiento a una vida dibujada por otros.
Percibe sus deseos acallados, su llanto escondido, su silencio.
Escúchala, entiéndela, recupera su ternura, intégrala a ti misma.
Puedes nombrarla, abrazarla y comprenderla dentro de ti.
Y entonces escribe.
Escribe cinco palabras (o más) que la nombren y curen esa vieja herida.
Si lo deseas puedes enviarme tus palabras a mi mailpalabrachamanica@gmail.com
y serán compartidas aquí y en los talleres de escritura con otras mujeres para seguir sanando entre todas nuestro universo femenino.
y serán compartidas aquí y en los talleres de escritura con otras mujeres para seguir sanando entre todas nuestro universo femenino.
¡Desde ya muchas gracias por participar!
©Germana Martin
La bella imagen es de Claudia Tremblay.
©Germana Martin
La bella imagen es de Claudia Tremblay.